Inspirados por la Operación Pandora, esta semana os ofrecemos un monográfico doble sobre casos históricos de montajes policiales y manipulación mediática.
Operación Pandora: el juez Bermúdez, en la Audiencia Nacional, firma unos papeles. Nos despiertan las sirenas iluminando nuestras ventanas. Es una redada contra el terrorismo anarquista. Nadie sabe qué es, ni qué hace, pero en los medios dicen que es extremadamente peligroso.
La Ley Mordaza ata tu boca, tapona tus oídos e intenta anestesiar tu cerebro… y alguien llama a tu puerta en nombre de la justicia.
Mientras se producen detenciones en Barcelona y en Madrid echamos un vistazo atrás recordando aquella famosa muleta-espada, que fue elaborada por una mente tan retorcida como la del Policía que lo atribuyó a los manifestantes del 22M en Madrid. Quizá la misma mente que pocos meses antes había mostrado una botella de Aquarius de plástico como prueba para fabricar un cóctel Molotov. No se derrite ni en tu cara ni en tu mano!. Intentamos procesar estos sinsentidos, pero un aporreado interrumpe nuestros pensamientos gritando «¡que soy compañero coño!» y una muchedumbre recorre las calles gritando ¡¡Alfon Libertad!!.
También escuchamos los ecos de la Solfónica cantar «La Canción del Pueblo» desde la tribuna de invitados del Congreso de los Imputados durante la aprobación de la Ley de Seguridad Ciudadana. Mientras son expulsados del hemiciclo por las fuerzas, nos acordamos de que en junio de 2011 fue desarticulada la cúpula de Anonymous, en una operación en la que se detuvo a tres chavales que administraban foros… las pruebas fueron irrefutables: robaban WiFi a sus vecinos y tenían máscaras de V de Vendetta.
El hedor de la justicia es insoportable, las cloacas del Estado rezuman podredumbre y la cal no puede blanquear los muertos de los GAL. Ni tampoco puede borrar la memoria deCarlo Giuliani, asesinado por la Policía en Génova, dos días antes de que los Carabinieri asaltasen brutalmente el centro de medios de la Scuola Díaz, con una sed infinita de venganza. Quizá la misma venganza que buscaban los Mossos d’Esquadra que provocaron el suicidio Patricia Heras, y torturaron a los detenidos en el caso del 4F en Barcelona, con el beneplácito de sus superiores de la policía, jueces y políticos. Corrupción que encubre torturas, y que queda retratada magistralmente en la película Ciutat Morta.
Mientras en Telemadrid dan una noticia sobre un grupo antisistema… unos activistas que fueron acusados de robo por el método del butrón al ir a colgar una pancarta. Y en el siguiente bloque nos dicen que el 13M de 2004 hubo un golpe de estado convocado por móvil: Pásalo!.
Apagamos la tele y abrimos un libro de historia: repasamos el Caso Scala en 1977 en Barcelona, y también la Semana Trágica de Barcelona que culminó con la ejecución deFrancisco Ferrer i Guardia, de quien años más tarde se reconocería que fue injustamente acusado por aquellos hechos. Lo mismo que ocurrió con Granados y Delgado, antifranquistas ejecutados en 1963, y declarados inocentes 45 años más tarde.
Alguien friega el suelo para quitar la sangre todavía fresca de Pat Finucane, que no podrá oir este programa, como tampoco podrán hacerlo los llamados Prisioneros Fantasma de Guantánamo, que solo escucharán la música a volumen brutal que pongan sus torturadores.
Operación Pandora: el juez Bermúdez, en la Audiencia Nacional, firma unos papeles. Nos despiertan las sirenas iluminando nuestras ventanas. Es una redada contra el terrorismo anarquista. Nadie sabe qué es, ni qué hace, pero en los medios dicen que es extremadamente peligroso.
La Ley Mordaza ata tu boca, tapona tus oídos e intenta anestesiar tu cerebro… y alguien llama a tu puerta en nombre de la justicia.
Mientras se producen detenciones en Barcelona y en Madrid echamos un vistazo atrás recordando aquella famosa muleta-espada, que fue elaborada por una mente tan retorcida como la del Policía que lo atribuyó a los manifestantes del 22M en Madrid. Quizá la misma mente que pocos meses antes había mostrado una botella de Aquarius de plástico como prueba para fabricar un cóctel Molotov. No se derrite ni en tu cara ni en tu mano!. Intentamos procesar estos sinsentidos, pero un aporreado interrumpe nuestros pensamientos gritando «¡que soy compañero coño!» y una muchedumbre recorre las calles gritando ¡¡Alfon Libertad!!.
También escuchamos los ecos de la Solfónica cantar «La Canción del Pueblo» desde la tribuna de invitados del Congreso de los Imputados durante la aprobación de la Ley de Seguridad Ciudadana. Mientras son expulsados del hemiciclo por las fuerzas, nos acordamos de que en junio de 2011 fue desarticulada la cúpula de Anonymous, en una operación en la que se detuvo a tres chavales que administraban foros… las pruebas fueron irrefutables: robaban WiFi a sus vecinos y tenían máscaras de V de Vendetta.
El hedor de la justicia es insoportable, las cloacas del Estado rezuman podredumbre y la cal no puede blanquear los muertos de los GAL. Ni tampoco puede borrar la memoria deCarlo Giuliani, asesinado por la Policía en Génova, dos días antes de que los Carabinieri asaltasen brutalmente el centro de medios de la Scuola Díaz, con una sed infinita de venganza. Quizá la misma venganza que buscaban los Mossos d’Esquadra que provocaron el suicidio Patricia Heras, y torturaron a los detenidos en el caso del 4F en Barcelona, con el beneplácito de sus superiores de la policía, jueces y políticos. Corrupción que encubre torturas, y que queda retratada magistralmente en la película Ciutat Morta.
Mientras en Telemadrid dan una noticia sobre un grupo antisistema… unos activistas que fueron acusados de robo por el método del butrón al ir a colgar una pancarta. Y en el siguiente bloque nos dicen que el 13M de 2004 hubo un golpe de estado convocado por móvil: Pásalo!.
Apagamos la tele y abrimos un libro de historia: repasamos el Caso Scala en 1977 en Barcelona, y también la Semana Trágica de Barcelona que culminó con la ejecución deFrancisco Ferrer i Guardia, de quien años más tarde se reconocería que fue injustamente acusado por aquellos hechos. Lo mismo que ocurrió con Granados y Delgado, antifranquistas ejecutados en 1963, y declarados inocentes 45 años más tarde.
Alguien friega el suelo para quitar la sangre todavía fresca de Pat Finucane, que no podrá oir este programa, como tampoco podrán hacerlo los llamados Prisioneros Fantasma de Guantánamo, que solo escucharán la música a volumen brutal que pongan sus torturadores.
Parte 1:
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Parte 2:
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